Pesar urbano


Ahí van cargados de esperanza, caminando al ritmo de la ciudad que duerme y a la vez los observa. Ahí van sólo acompañados por una alegría casi inexplicable... ¿Riendo por no llorar? Tal vez riendo por no tener más por qué llorar.
Mientras nosotros detrás de esta agonía frenética los vemos pasar como a esos a la cuál nuestra suerte no los ha tocado.

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2 comentarios:

Mercy dijo...

¿Quién dijo que llorar es más fácil que reir?
Hermoso como siempre niño...
Un beso!

Anónimo dijo...

me parece que esta narracion nos toca el fondo del corazon un niño puede re3ir los adultos tambien