No más palabras


Cristina subió la escalera y mientras ella trepaba los escalones una lágrima furtiva descendía lentamente por su mejilla. Abrió la puerta y lo encontró a Héctor como todos los días echado en el sillón con el control remoto en la mano. Ella se paró entre el televisor y un abúlico Héctor. Lo miró y con decisión le dijo, "apaga el televisor y hablemos, pero hoy te pido que no nos llenemos la boca de palabras, hoy te pido que sólo disparemos sentimientos".


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