Mía para siempre


"El pensamiento de que a su cuerpo lo recorran otras manos me mortifica constantemente, sentir que alguien puede llegar a rozarle los labios me atormenta inconmensurablemente el alma; por las noches los sueños me traen una y otra vez la imagen de la traición y a esta altura ya no sé que es lo que pueda llegar a suceder.
A veces las explicaciones no bastan para sofocar la ira que anidó en mi pecho y fue alimentada por mis alucinaciones. Desde hace algunos días no paro de pensar en la posibilidad de hacerla mía para siempre, asegurarme al menos su cuerpo y dejar así cerrada toda posibilidad de infidelidad.
Imagino constantemente su más baja traición, imagino a cada instante el sentimiento de humillación en el cual quedaría envuelta mi alma, imagino su muerte y me reconforta, imagino sus ojos pidiéndome piedad, imagino y por momentos no soy dueño de mis pensamientos".


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1 comentario:

Eugenia dijo...

Mmm... es gloriosa esa sensación de dejar de ser dueño del propio pensamiento. Aterradora, sí, pero nos conecta con el instinto. Me gusta.